domingo, 10 de febrero de 2013

Carta para Carmen


Hola,
¿Te acuerdas de mí? Soy ese mismo chibolo que conociste hace años por el Hi5, que no conocías en persona pero tratabas como un amigo de confianza. Soy el mismo con el que hablabas todos los días por messenger, ese chibolo que no te dejaba hacer tarea en el colegio porque te llamaba en plena clase; el que escapaba de las suyas para llamarte al movistar, soy el que veía todas tus fotos y comentaba todos tus estados. Soy el mismo de hace seis años.

 Soy el que te contaba de su enamorada, el que te llamaba cuando estabas con el tuyo, y provocaba en él celos asesinos. Eres la que provocaba los mismos celos en mi chica también. Soy yo, el que por messenger leía tus historias de amor adolescente a cualquier hora de la madrugada, cuando me contabas que estabas con la compu prendida, pero a oscuras en tu cuarto porque a tu papá no le gustaba que te acuestes tarde. Soy el que a los quince años te pasaba canciones de bandas metal, cuando tú tenías en tu perfil a Zion y Lenox. Como haz cambiado, ahora al menos escuchas otra cosa. Siempre supe que la gente cambia, pero tú evolucionaste

 No sé si te acuerdas, pero soy el chico que jamás ponía la web cam, porque no quería que me vieras ¿recuerdas cuando la ponías tú? era alucinante verte, e imaginar el día en que te viera en persona, pasarme horas pensando si serías igual de cague de risa o si serías tímida, qué se yo... si al verte te daría un beso, un abrazo, no sé. En ese momento daba igual, todo daba igual en nuestra chibolada.

 ¿Recuerdas las llamadas? ¿Te acuerdas de qué hablábamos? yo no mucho, no tengo tan buena memoria, ya pasaron seis años, y nuestros temas de conversación asumo que han cambiado. Ya son seis años desde que te conozco, y solo dos desde que te vi finalmente en persona. Cuatro veces me hiciste ir a un punto de la ciudad por las huevas a supuestamente encontrarnos, jamás llegaste. La quinta tuvo que ser la vencida, en el 2010. Recuerdo el abrazo, y las conversaciones previas a ese día, donde dijimos que nos besaríamos, y aunque nunca nos besamos, el abrazo lo fue todo. Me encantó verte en persona, no te lo dije, pero me encantó. Estabas graciosa con tu chompa rosada, y definitivamente eras más enana en persona, más enana y más cague de risa que en cualquier conversación por messenger. 

 Pasó mucho tiempo más para que empecemos a vernos más seguido. Una vez te llevé a mi casa, te presenté a mi familia, vimos películas abrazados y fue lo máximo. Recuerdo que tuve una enamorada, y te conté que por primera vez lo había hecho con ella. Recuerdo tu reacción, pero recuerdo también que a los meses me dijiste que también habías acabado de experimentar tu primera vez, así que supuse que quedamos a mano. Igual esas dos relaciones acabarían pronto; bueno, la mía antes que la tuya. De todas maneras sabes que siempre quise hacerlo contigo, aunque me alegra que no vaya a ser nuestra primera vez, porque desgraciadamente aún no ha pasado nada entre nosotros. Qué chiquitos éramos y míranos ahora, Carmen, cuánto hemos crecido, experimentado, llorado y cantado. ¿Te acuerdas todavía cuando nos besamos en mi casa? sé que fui algo brusco, metí la mano por donde no debía y me pusiste el codo para no seguir subiendo a tus senos. Encima fui el rey de la conchudez pidiéndote que saques ese codo de mierda y me dejes seguir tocando. Te cagaste de risa y me dejaste de besar, y seguimos viendo la película. Luego la otra vez, y la otra vez, y la otra vez. Siempre nos besábamos en mi casa y terminábamos pegados en alguna pared, tirados en algún mueble o subidos en alguna mesa. Pero nunca nada más. Nunca me permitiste nada más.

 Mira cuántos años han pasado, siempre te pedí que seas mi enamorada, nunca me aceptaste porque... bueno, tus razones habrás tenido, pero jamás me diste un argumento realmente válido para dejar de joderte con lo mismo año tras año. Mírame ahora, voy a cumplir veinticinco en pocos meses, y cuando éramos los reyes del Hi5 no llegábamos ni a los dieciséis. Mírame ahora, Carmen, mírame ahora y dime si nunca te gusté siquiera un poco, si nunca pensaste en mí y deseaste tanto estar conmigo. Dime si me quieres ahora, por favor dime si valió la pena esperar tanto tiempo. 

 Hoy te escribí nuevamente, te pedí que fueras mi enamorada. Me respondiste preguntándome por qué seguía insistiendo, y te respondí que seguía enamorado de ti. Me respondiste con un "jajaja" y me pediste que nos veamos, y aquí estamos, frente a frente, en un cuarto de hotel. Sorry si estoy con la laptop, finjo escribirle un correo "urgente" a mi jefe. Veo cómo te vas sacando la casaca, los zapatos y prendes la tele. Dejo la laptop a un lado, subo gateando a la cama, despacio. Me miras entre sorprendida y nerviosa, me subo en ti, te beso y te pido que apagues la tele. La apagas, todo está oscuro ahora, me desabrochas la camisa, yo te desabrocho la blusa rosada de flores. Tus senos, por fin pude tocar tus senos, son suaves, son perfectos. Tus manos están calientes, demasiado calientes para creer que estamos en pleno invierno. Tus latidos se escuchan hasta el otro cuarto, Carmen, estás nerviosa, ¿no? te digo que lo hagamos, que recuperemos el tiempo perdido, pero... despacio en el oído me dices algo que me deja idiota: "Soy virgen, Joaquín, era mentira lo que te conté de mi enamorado, lo dije por celos" y empiezas a llorar...

 Son las ocho y media de la mañana, nuevamente yo con mi laptop en la mesita del cuarto de hotel, viéndote dormir y terminando de escribir esta entrada. Pareces un ángel, intocable, tan intocable que ni yo pude tocarte en toda la noche.